El "Fracaso" de la Unión Soviética
La narrativa hegemónica que equipara la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) con el "fracaso" inherente y definitivo del socialismo es una simplificación ideológica que ignora tanto los logros históricos del proyecto soviético como las verdaderas causas materiales de su final. La experiencia soviética, como el primer intento a escala histórica de construir una sociedad post-capitalista, ofrece lecciones cruciales a través de sus avances sociales sin precedentes y su trágico desenlace.
El marco interpretativo occidental rechaza la Revolución de Octubre como la expresión de un deseo de masas, negando así la agencia histórica de la clase trabajadora y el campesinado rusos, y enmarcando toda la historia soviética a través de la lente del totalitarismo. La apertura de los archivos post-soviéticos ha permitido a una nueva generación de historiadores, como Vladislav Zubok, y otros académicos críticos, comenzar a desmantelar estos mitos. Al utilizar fuentes primarias como actas del Politburó y correspondencia interna, han revelado los debates, las dudas y las complejidades de la toma de decisiones en el Kremlin, ofreciendo una visión mucho más realista y matizada. Veamos pues lo que fue realmente la Unión Soviética.
Antes que nada hay que entender que el Estado es, fundamentalmente, un instrumento de dominación de una clase sobre otra. Su existencia surge de antagonismos de clase irreconciliables y, por lo tanto, en la transición hacia una sociedad sin clases (el comunismo), el Estado proletario debería "extinguirse" progresivamente a medida que dichos antagonismos desaparecen. La Revolución Bolchevique, liderada por Lenin y Trotsky, se basó en una modificación de esta teoría, argumentando que la revolución socialista podría comenzar en un país económicamente atrasado como Rusia, que actuaría como catalizador para una revolución mundial en los países capitalistas avanzados, de la cual dependía su supervivencia.
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| Foto de Trofim Ivliev en Unsplash |
¿Qué Era la URSS?
Este desarrollo histórico sin precedentes llevó a un intenso y duradero debate dentro del pensamiento marxista sobre la verdadera naturaleza de clase de la Unión Soviética.
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Estado Obrero Deformado (Trotskismo). Esta teoría, formulada por León Trotsky, sostiene que la URSS seguía siendo un "Estado obrero" en su base económica, ya que la propiedad de los medios de producción era estatal y planificada, aboliendo la propiedad privada capitalista. Sin embargo, el poder político había sido usurpado por una casta burocrática parásita. Por lo tanto, el Estado estaba "deformado". Según esta perspectiva, la URSS necesitaba una revolución política (no social) para derrocar a la burocracia y restaurar la democracia soviética (el poder de los consejos obreros), manteniendo la base económica de la propiedad estatal. Esta visión se alinea con la crítica a la burocracia como un cuerpo con privilegios que se aleja del verdadero socialismo.
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Capitalismo de Estado. Otros teóricos argumentaron que la burocracia no era simplemente una casta parásita, sino que se había constituido como una nueva clase dominante. En este modelo, el Estado actuaba como un capitalista colectivo. Aunque no existía la propiedad privada individual, la relación fundamental de explotación (la extracción de plusvalía de los trabajadores) persistía. La burocracia, a través de su control del Estado, se apropiaba de este excedente y lo reinvertía según sus propias prioridades (principalmente, la acumulación militar e industrial para competir con Occidente), funcionando así como una clase capitalista.
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Marxismo-Leninismo (Visión Oficial). La ideología oficial de la URSS, a menudo denominada "estalinismo" por sus críticos, sostenía que era un Estado socialista en la fase de transición al comunismo. El "Diamat" (materialismo dialéctico), su filosofía oficial, presentaba al Partido Comunista como el representante infalible de los intereses del proletariado.
La política exterior soviética encarnaba esta profunda contradicción interna. Por un lado, el Estado soviético mantenía un discurso internacionalista, apoyando material e ideológicamente a los movimientos de liberación nacional y las luchas anticoloniales en todo el mundo. Por otro lado, actuaba como una superpotencia con intereses geopolíticos y estratégicos propios, a menudo anteponiendo las necesidades defensivas y económicas del Estado soviético a las de las revoluciones en otros países. El historiador Vladislav Zubok ha denominado a esta dualidad el paradigma "revolucionario-imperial". Esta política defensiva y de expansión tras la Segunda Guerra Mundial colocó a la URSS en una doble competición con el bloque capitalista: una carrera militar y una carrera por demostrar la superioridad del sistema soviético en términos de bienestar, presentándose como la mejor vía para que el Tercer Mundo saliera de la pobreza y el atraso.
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| Foto de Sergei Wing en Unsplash |
Avances Sociales en la URSS
A pesar de su degeneración política, la base económica de la propiedad estatal y la planificación centralizada permitió a la Unión Soviética alcanzar avances sociales a una velocidad y escala sin precedentes en la historia humana. Estos logros no fueron un subproducto accidental, sino el resultado directo de un sistema que, al eliminar el afán de lucro como motor de la economía, pudo dirigir recursos masivos hacia la satisfacción de necesidades humanas fundamentales.
Salud Pública Gratuita y Universal
La URSS fue la nación pionera en el establecimiento del primer sistema de salud del mundo completamente público, gratuito y universal, disponible para todos los ciudadanos sin distinciones económicas o sociales. Fundado ya en 1918 con el Comisariado del Pueblo de Salud Pública, este sistema representó una ruptura radical con el modelo de medicina privada.
La Rusia zarista contaba con apenas 23.000 médicos en 1913. Para 1957, la URSS tenía 360.000 médicos graduados. La proporción médico-población era de 1 por cada 570 personas, una de las más altas del mundo en esa época, llegando a 1 por cada 400 en repúblicas como Georgia. Las proyecciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1963 estimaban que para 1965 habría 490.000 médicos, alcanzando una proporción de 1 por cada 460 habitantes.
A diferencia de los sistemas occidentales, centrados en el tratamiento de la enfermedad, el modelo soviético ponía un énfasis extraordinario en la medicina preventiva, denominada "profilaxis". Esto se materializaba en una vasta red de hospitales y balnearios a disposición de los trabajadores, así como en la "dispensarización", un sistema de chequeos médicos sistemáticos y periódicos para grupos de población clave, como obreros industriales, agricultores y niños, para detectar y tratar enfermedades en sus primeras etapas.
Además, el bienestar de madres e hijos era un pilar del sistema. Para 1957, el 96% de todos los partos se realizaban en instituciones médicas (100% en zonas urbanas). Como resultado, la tasa de mortalidad materna se desplomó a un nivel extremadamente bajo para la época: solo 5 muertes por cada 10.000 nacimientos. La legislación laboral garantizaba un permiso de maternidad totalmente pagado de 56 días antes y 56 días después del parto, un derecho inaudito en la mayoría de los países capitalistas de entonces.
De la Ignorancia a la Vanguardia Científica
Antes de la Revolución de 1917, el Imperio Ruso era una nación mayoritariamente analfabeta. Las estimaciones sitúan la tasa de alfabetización en apenas un 25-30% de la población, con cifras aún más bajas para las mujeres y las nacionalidades no rusas. En regiones como Asia Central, el analfabetismo superaba el 97%.
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| Foto de Alexander Smagin en Unsplash |
- 1917: Tasa de alfabetización de aproximadamente el 25,2%.
- 1926: La tasa se duplicó, alcanzando entre el 51% y el 56%.
- 1939: La alfabetización ya era mayoritaria, con tasas entre el 81% y el 89%.
- Década de 1950: La URSS había alcanzado una alfabetización casi universal, cercana al 100%.
El sistema educativo soviético, gratuito y accesible en todos los niveles, estaba diseñado para acelerar la industrialización, formar los cuadros técnicos y científicos necesarios para modernizar el país y crear una conciencia proletaria crítica con el capitalismo. Este enfoque fue inmensamente exitoso y convirtió a la URSS en una superpotencia científica y tecnológica. Logros como el lanzamiento del primer satélite artificial (Sputnik 1, 1957), el envío del primer ser humano al espacio (Yuri Gagarin, 1961), la primera caminata espacial (Aleksei Leonov, 1965), y numerosos avances pioneros en medicina (primer trasplante de córnea), biología (primera hipótesis científica sobre el origen de la vida) e informática (desarrollo de la cibernética) son un testimonio directo del éxito de este modelo educativo.
Derechos Fundamentales
La economía soviética garantizaba constitucionalmente el derecho al trabajo. La tasa de desempleo oficial era del 0%. Aunque existían formas de "desempleo oculto" (trabajadores subempleados o en puestos poco productivos) y desempleo friccional (personas en transición entre trabajos) , el desempleo estructural masivo, una característica endémica y cíclica del capitalismo, fue eliminado. Esto proporcionó una seguridad económica fundamental y erradicó la indigencia.
La vivienda en la URSS se concebía como un derecho social, no como una mercancía sujeta a la especulación del mercado. Tras la inmensa devastación de la Segunda Guerra Mundial, el Estado emprendió programas masivos de construcción. Especialmente a partir de la era de Jrushchov, la construcción de apartamentos prefabricados (conocidos como "Jrushchovkas") se disparó. Entre la década de 1950 y la de 1980, se construyeron un promedio de 2.2 millones de apartamentos al año. Aunque a menudo eran de calidad modesta y con espacio limitado según los estándares occidentales, esta política garantizó un techo a prácticamente toda la población urbana, erradicando el sinhogarismo como un problema social masivo, un fenómeno que persiste hoy en día en las naciones capitalistas más ricas.
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| Foto de Anatoliy Shostak en Unsplash |
Contraste entre la URSS y Estados Unidos
Realizar una comparación de la calidad de vida entre un sistema capitalista de mercado y una economía socialista planificada utilizando métricas puramente capitalistas como el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita es metodológicamente engañoso y anacrónico. El PIB mide el volumen de la actividad de mercado, no el bienestar humano. Es imperativo ir más allá de los ingresos monetarios y comparar indicadores concretos de seguridad social, igualdad y acceso a las necesidades básicas. La diferencia más fundamental entre ambos sistemas residía en su enfoque de la distribución de la riqueza y la seguridad social.
- Unión Soviética. El sistema soviético se caracterizó por un nivel muy alto de igualdad de ingresos y una robusta red de seguridad social. El coeficiente de Gini, una medida estándar de la desigualdad de ingresos (donde 0 es la igualdad perfecta y 1 la desigualdad máxima), en la URSS de la década de 1980 se estima en torno a 0.28-0.29. Este es un nivel de igualdad muy superior al de la mayoría de los países occidentales de la época. Más importante aún, la combinación de pleno empleo garantizado, vivienda subvencionada, y salud y educación completamente gratuitas significaba que la pobreza extrema, el sinhogarismo y la indigencia, tal como se entienden en el capitalismo (la incapacidad de satisfacer las necesidades básicas por falta de dinero), fueron prácticamente eliminados. No existía la pobreza infantil como un fenómeno social estructural.
- Estados Unidos. A pesar de ser la nación más rica del mundo, Estados Unidos presentaba (y sigue presentando) altos niveles de desigualdad y pobreza estructural. Durante la Guerra Fría, la tasa de pobreza infantil fue consistentemente una de las peores del mundo desarrollado. Informes de UNICEF de décadas posteriores muestran tasas de hasta el 23%, colocando a Estados Unidos solo por detrás de Rumanía entre 35 países ricos. Otros estudios sitúan la tasa de pobreza infantil relativa en torno al 20%. El sinhogarismo ha sido y es un problema crónico y creciente en las ciudades estadounidenses.
La propaganda occidental a menudo retrataba a la URSS como un lugar de perpetua escasez y mala nutrición. Sin embargo, un informe desclasificado de la propia Agencia Central de Inteligencia (CIA) de 1983 ofrece una visión sorprendentemente diferente y matizada. El estudio de la CIA encontró que, si bien los estadounidenses consumían un promedio de más calorías diarias (3.520 frente a 3.280 para los soviéticos), la composición de la dieta soviética era notablemente distinta. La dieta soviética se basaba mucho más en productos de grano y patatas (44% de las calorías) en comparación con la estadounidense (26%). Por el contrario, los estadounidenses consumían mucha más carne y pescado (21% frente al 8% soviético) y más azúcar (17% frente al 13%).
Basándose en los estándares de salud comúnmente aceptados en Estados Unidos en ese momento, que recomendaban un menor consumo de calorías, carne y azúcar, y un mayor consumo de granos, el informe de la CIA llegó a esta conclusión: "la dieta soviética puede ser ligeramente mejor". Esto no niega la existencia de problemas reales de escasez de ciertos bienes de consumo y la menor variedad en la URSS, pero demuestra que la narrativa de una población perpetuamente malnutrida es una exageración propagandística. La dieta básica para la gran mayoría de la población era calóricamente suficiente y, en ciertos aspectos, nutricionalmente más equilibrada que la de su rival capitalista.
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| Foto de Aleksandr Popov en Unsplash |
El Colapso
La disolución de la Unión Soviética no fue el resultado de un fracaso ideológico abstracto ni de una supuesta inferioridad inherente del socialismo. La Guerra Fría, y en particular la agresiva escalada militar de la administración Reagan en la década de 1980 (incluida la "Iniciativa de Defensa Estratégica"), impuso una carga económica insostenible. Desvió una porción desproporcionada de los recursos, el talento científico y la capacidad industrial hacia el sector militar, privando a la economía civil de la inversión necesaria para la modernización y la producción de bienes de consumo. Además, la drástica caída de los precios del petróleo en los años 80, una fuente crucial de divisas para la URSS, asestó un duro golpe a sus finanzas y a su capacidad para importar tecnología y grano de Occidente. Simultáneamente, por si fuera poco, la recesión en Europa Occidental redujo la demanda de exportaciones del bloque del Este, y la deuda externa de países como Polonia se volvió insostenible, añadiendo una carga adicional a la economía soviética.
El Catalizador de la Implosión
La Glasnost rompió el monopolio ideológico del Partido Comunista. La apertura de los medios y la revelación de problemas presentes (como el desastre de Chernóbil) erosionaron rápidamente la legitimidad del gobierno. Además, la Perestroika, que intentó introducir elementos de mercado en la economía planificada, en la práctica desorganizó la planificación central sin crear un mecanismo de mercado funcional. El resultado fue un colapso de la producción, una escasez generalizada de bienes básicos y un caos económico que desacreditó aún más al gobierno central. Además, la legalización de pequeñas empresas privadas (cooperativas) fue rápidamente utilizada para blanquear capitales.
La disolución final de la URSS no fue el resultado de una revolución popular que clamara por el capitalismo. De hecho, en un referéndum celebrado en marzo de 1991, más del 76% de la población votó a favor de preservar la Unión Soviética como una federación renovada. El colapso fue impulsado desde arriba, por una facción de la élite burocrática, liderada por figuras como Boris Yeltsin, presidente de la República Rusa. Este sector vio en la disolución del Estado soviético una oportunidad histórica para convertir su poder político en propiedad privada, liderando el saqueo masivo de los activos industriales y naturales del Estado.
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| Foto de Daniil Onischenko en Unsplash |
"Hemos empezado nosotros. No importa dónde, cuándo ni qué trabajadores o en qué país sean los que finalicen este proceso, lo verdaderamente importante es que se ha roto el hielo, se ha trazado la senda, el camino está libre." ~ Lenin
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