El Asedio a Cuba

Durante más de seis décadas, Cuba ha sido objeto de la red de sanciones unilaterales más prolongada y estructurada de la historia moderna. Esta política, comúnmente denominada "embargo" por el gobierno de Estados Unidos, trasciende con creces dicha definición. En la práctica, constituye un bloqueo económico, comercial y financiero; un asedio multifacético diseñado para aislar a la nación insular, asfixiar su economía y, en última instancia, forzar un cambio de régimen. Hoy os demostraré, cómo el bloqueo es el principal y más abrumador obstáculo para el desarrollo económico y el bienestar social de Cuba, y cómo representa una violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos de once millones de cubanos.

La devastación humana que esta política inflige no es un daño colateral o una consecuencia no deseada; es su objetivo estratégico fundamental. Un memorando desclasificado del Departamento de Estado de Estados Unidos del 6 de abril de 1960, articulaba sin ambages el propósito de las sanciones: "provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno". Esta directriz ha permanecido como el eje central de la política estadounidense hacia Cuba, una estrategia que busca deliberadamente deprimir los salarios, generar carencias materiales y maximizar el sufrimiento del pueblo cubano con la esperanza de que se levante contra su gobierno.

Este asedio económico persiste a pesar de la condena casi unánime de la comunidad internacional. Año tras año, la Asamblea General de las Naciones Unidas exige su fin con mayorías abrumadoras, dejando a Estados Unidos en un estado de profundo aislamiento diplomático sobre este tema. Deconstruiremos pues la arquitectura legal y financiera del bloqueo, cuantificaremos su devastador impacto económico y humano, desmentiremos las narrativas que buscan minimizar su importancia y analizaremos las opciones de Cuba para navegar esta crisis existencial. La evidencia demuestra que el sufrimiento del pueblo cubano no es el resultado de un fracaso interno, sino la consecuencia directa de una política exterior diseñada para provocarlo. Para comprender mejor este artículo, recomiendo leer previamente este otro: El Legado de La Revolución Cubana.

La Arquitectura de la Asfixia

1960-1962

Aunque el bloqueo se formalizó en 1962, sus cimientos se sentaron antes. La administración del presidente Dwight D. Eisenhower ya había comenzado a imponer medidas de "embargo parcial" y a desarticular las relaciones bilaterales, culminando con la ruptura de relaciones diplomáticas el 3 de enero de 1961. Estas acciones iniciales, como la supresión total de la cuota azucarera cubana en el mercado norteamericano en 1961, fueron una respuesta directa a la nacionalización de propiedades y empresas estadounidenses por parte del nuevo gobierno revolucionario.

El punto de inflexión llegó el 3 de febrero de 1962, cuando el presidente John F. Kennedy emitió la Proclama Presidencial 3447. Amparándose en la sección 620(a) de la Ley de Asistencia Exterior de 1961, que autorizaba explícitamente al presidente a "establecer y mantener un embargo total sobre todo el comercio entre los Estados Unidos y Cuba", Kennedy decretó un embargo completo. Esta medida otorgó carácter oficial al asedio, que desde entonces ha contravenido el derecho internacional y ha dañado los derechos humanos de millones de cubanos.

Para solidificar su base legal, la administración estadounidense invocó la Ley de Comercio con el Enemigo de 1917 (TWEA, por sus siglas en inglés), una legislación diseñada para tiempos de guerra. Bajo la autoridad de esta ley, en 1963 se emitieron las Regulaciones para el Control de Activos Cubanos (CACR), que congelaron todos los activos cubanos en Estados Unidos y prohibieron todas las transacciones comerciales y financieras, incluyendo las relativas a viajes y transportes, con la isla.

Década de 1990

Tras la caída de la Unión Soviética, cuando muchos esperaban un levantamiento de las sanciones, Washington optó por intensificarlas drásticamente. Esta escalada transformó el embargo bilateral en un bloqueo con alcance global, buscando activamente castigar a terceros países por comerciar con Cuba.

Firmada por el presidente George H. W. Bush, la Ley Torricelli marcó un punto de inflexión hacia la extraterritorialidad. Reconociendo que las empresas estadounidenses estaban eludiendo las sanciones a través de sus filiales en el extranjero, esta ley prohibió explícitamente a dichas subsidiarias comerciar con Cuba. Aunque su objetivo declarado era "conseguir una transición pacífica a la democracia", su mecanismo fue la intensificación del sufrimiento económico al cortar una importante vía de acceso a bienes y medicinas. Amnistía Internacional señaló que con esta ley, el gobierno de Estados Unidos trató de convertir un embargo unilateral en un embargo multilateral mediante medidas coercitivas.

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La Ley Helms-Burton, firmada por el presidente Bill Clinton, es la piedra angular del bloqueo moderno. Su aprobación codificó en ley todas las órdenes ejecutivas y regulaciones previas, convirtiendo el bloqueo en una política permanente que solo el Congreso puede levantar. Esto arrebató al poder ejecutivo la flexibilidad para modificar o eliminar las sanciones, consolidando el asedio como una característica estructural de la política exterior estadounidense.

Los aspectos más controvertidos y de mayor alcance de esta ley son sus Títulos III y IV, que representan la máxima expresión de la extraterritorialidad del bloqueo:

  • El Título III otorga a ciudadanos estadounidenses, incluidos los cubanoamericanos naturalizados, el derecho a demandar en tribunales de Estados Unidos a cualquier empresa o individuo extranjero que "trafique" con propiedades nacionalizadas en Cuba después de 1959. Esto expone a empresas de Europa, Canadá o América Latina a litigios multimillonarios en cortes estadounidenses por realizar inversiones perfectamente legales en Cuba bajo sus propias leyes nacionales.   
  • El Título IV complementa esta medida negando la entrada a Estados Unidos a los ejecutivos, accionistas y sus familiares de las empresas extranjeras que "trafiquen" con dichas propiedades.

La Ley Helms-Burton fue diseñada explícitamente para disuadir la inversión extranjera, que se había convertido en un salvavidas para la economía cubana en la década de 1990. Su aplicación generó un repudio internacional inmediato y generalizado. Aliados de Estados Unidos como la Unión Europea, Canadá y México la denunciaron como una violación de su soberanía nacional y del derecho internacional, argumentando que pretendía aplicar leyes estadounidenses a actores de otras nacionalidades por actos cometidos fuera de la jurisdicción de Estados Unidos. El Comité Jurídico Interamericano de la OEA concluyó que la ley "no guarda conformidad con el derecho internacional".

Estado Patrocinador del Terrorismo (SSOT)

La herramienta más potente y paralizante del bloqueo en el siglo XXI es la inclusión de Cuba en la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo (SSOT, por sus siglas en inglés) del Departamento de Estado. Reincorporada a la lista en enero de 2021, esta designación funciona como el arma definitiva en la guerra financiera contra la isla.

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Las consecuencias de esta designación son catastróficas y van mucho más allá de las sanciones directas. Activa un conjunto de restricciones adicionales, como la prohibición de la ayuda exterior estadounidense, la exportación de material de defensa y, de manera crucial, impone severas limitaciones a las transacciones financieras internacionales.

Por temor a ser objeto de multas multimillonarias por parte del Tesoro de Estados Unidos, los bancos e instituciones financieras de todo el mundo se niegan a procesar cualquier transacción remotamente relacionada con Cuba, incluso si se trata de operaciones humanitarias, donaciones o pagos perfectamente legales. Esta persecución financiera ha provocado que, desde 2021, Cuba haya perdido relaciones con más de 40 bancos corresponsales a nivel internacional, lo que en la práctica la desconecta del sistema financiero global y dificulta enormemente cualquier operación de comercio exterior.

Lo que comenzó como un embargo bilateral (Proclama 3447), evolucionó para atacar a las filiales de empresas estadounidenses en el extranjero (Ley Torricelli). Cuando eso resultó insuficiente, se expandió para castigar a empresas de terceros países (Ley Helms-Burton). Finalmente, al reconocer que el comercio aún era posible, se lanzó un ataque directo al sistema nervioso de la economía global: las finanzas (designación SSOT). Cada nueva ley y regulación fue diseñada para cerrar una vía de escape, apretar el cerco y garantizar que el asedio fuera lo más hermético y devastador posible.

Devastación Económica y Potencial Perdido

El impacto del bloqueo en la economía cubana no es una abstracción teórica, sino una realidad brutal y cuantificable que se mide en miles de millones de dólares perdidos y en un potencial de desarrollo sistemáticamente truncado. Las cifras, presentadas anualmente por el gobierno cubano ante las Naciones Unidas, pintan un cuadro de devastación económica sostenida.

Los daños acumulados por el bloqueo durante más de seis décadas son de una magnitud colosal. A precios corrientes, las pérdidas superan los 159 mil millones de dólares. Esta cifra, ya de por sí abrumadora, no captura completamente el impacto a lo largo del tiempo. Para tener una perspectiva más precisa que considere la devaluación del dólar, el cálculo basado en el comportamiento del precio del oro eleva el perjuicio total a más de 1.337 billones de dólares (1.337.000.000.000 $).

El coste del bloqueo no es solo un legado histórico; es una hemorragia económica continua y diaria. Entre marzo de 2022 y febrero de 2023, las pérdidas se estimaron en 4.867 millones de dólares. Desglosado, esto equivale a una afectación de más de 405 millones de dólares mensuales, más de 13 millones de dólares diarios, y más de 555.000 dólares por cada hora que el bloqueo permanece en vigor. Esta presión incesante impide cualquier esfuerzo de recuperación económica sostenible y agota los recursos necesarios para el funcionamiento básico del país.

La Cuba que Pudo Haber Sido

Para comprender la verdadera dimensión de la tragedia económica, es necesario ir más allá de las cifras de pérdidas. ¿Qué podría haber logrado Cuba con los recursos que el bloqueo le ha arrebatado? Utilizando las pérdidas anuales de aproximadamente 5 mil millones de dólares como base:

  • Sector Energético. Cuba sufre una grave crisis energética, con apagones crónicos que afectan a toda la población y paralizan la economía. El coste anual de mantenimiento del Sistema Electroenergético Nacional es de aproximadamente 250 millones de dólares. La modernización completa de la red eléctrica de un país en desarrollo requiere una inversión de varios miles de millones de dólares. Las pérdidas de un solo año de bloqueo (cerca de 5 mil millones) podrían financiar la reconstrucción y modernización total de la infraestructura eléctrica de Cuba, eliminando los apagones y sentando las bases para un desarrollo industrial estable.
  • Salud Pública. El financiamiento requerido para cubrir las necesidades del Cuadro Básico de Medicamentos del país durante un año es de aproximadamente 339 millones de dólares. Las pérdidas económicas causadas por el bloqueo en tan solo tres semanas serían suficientes para garantizar el suministro de medicinas esenciales para toda la población durante un año entero.
  • Vivienda y Transporte. El país enfrenta un significativo déficit habitacional y un sistema de transporte público muy deteriorado. El financiamiento estimado para cubrir las necesidades de construcción de nuevas viviendas asciende a 3.89 mil millones de dólares, mientras que la adquisición de los ómnibus necesarios para el transporte público requeriría 2.85 mil millones de dólares. Las pérdidas de un solo año de bloqueo podrían financiar por completo cualquiera de estos dos megaproyectos de infraestructura nacional, mejorando drásticamente la calidad de vida de millones de cubanos.
  • Crecimiento Económico. El impacto del bloqueo va más allá de los sectores individuales; frena el crecimiento de toda la economía. Se estima que, de no existir el bloqueo, el PIB de Cuba podría haber crecido un 9% solo en el año 2022. Esta cifra demuestra el inmenso lastre que la política estadounidense impone sobre cualquier posibilidad de prosperidad.

Estas comparaciones dmuestran que el coste económico del bloqueo funciona como un impuesto al desarrollo que priva a Cuba del capital de inversión necesario para mantener y modernizar su infraestructura crítica. Sin esta inversión, la infraestructura se deteriora, lo que a su vez reduce la productividad, aumenta los costes operativos y empeora la calidad de vida. Esto crea un círculo vicioso: el bloqueo genera un déficit de capital que impide la inversión en infraestructura, lo que paraliza la economía y la hace aún más vulnerable a los efectos del propio bloqueo. Por lo tanto, el verdadero coste de esta política es un ciclo de empobrecimiento forzado y desarrollo negado.

Violación Sistemática de los Derechos Humanos

Más allá de los devastadores datos macroeconómicos, el impacto más cruel del bloqueo se manifiesta en la vida cotidiana del pueblo cubano. La política estadounidense constituye un asalto directo y sistemático a sus derechos humanos fundamentales, en particular el derecho a la salud, a la alimentación y al desarrollo, tal como lo reconocen numerosos organismos internacionales y expertos en derechos humanos.

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Salud

  • El sector de la salud, una de las prioridades de la Revolución Cubana, es uno de los objetivos más afectados por el bloqueo. La prohibición de adquirir tecnologías, equipos y medicamentos que contengan más de un 10% de componentes estadounidenses, incluso si son vendidos por empresas de terceros países, tiene consecuencias letales. Esta regulación, junto con la persecución financiera, impide el acceso a tratamientos de última generación y a insumos básicos.
  • Los ejemplos de medicamentos vitales denegados son numerosos y desgarradores. La empresa importadora cubana, Medicuba, ha intentado en repetidas ocasiones adquirir fármacos esenciales sin éxito:
    • Tratamientos oncológicos. Se ha visto frustrada la compra de medicamentos como el Palbociclib, el Sunitinib y el Crizotinib a la farmacéutica Pfizer, destinados al tratamiento de cáncer de mama, riñón y pulmón, respectivamente. De igual manera, se ha impedido la adquisición del Brentuximab vedotin de Seattle Genetics para el linfoma de Hodgkin.
    • Enfermedades crónicas. Se ha negado el acceso al Golimumab, un fármaco biológico avanzado para tratar la artritis reumatoide y otras enfermedades autoinmunes.
  • El bloqueo también obstaculiza la adquisición de equipos médicos cruciales, como incubadoras neonatales, ventiladores, cunas térmicas y reactivos para la realización de trasplantes. Durante la pandemia de COVID-19, esta política alcanzó niveles de crueldad sin precedentes, impidiendo la compra de ventiladores pulmonares y bloqueando activamente donaciones de kits de diagnóstico y mascarillas provenientes de China, ya que la empresa estadounidense contratada para el transporte se negó a última hora, alegando las regulaciones del bloqueo.

Alimentación

  • El bloqueo es un factor determinante en la creciente inseguridad alimentaria que sufre la isla. Expertos de las Naciones Unidas han vinculado directamente las sanciones con la inflación de los precios de los alimentos y la contracción de la producción agrícola. La escasez de combustible, la imposibilidad de importar maquinaria agrícola, fertilizantes, productos químicos y alimentos para animales, todo ello exacerbado por las restricciones del bloqueo, socava gravemente la capacidad del país para producir sus propios alimentos.
  • La crisis energética es otra manifestación directa del asedio. Los apagones diarios, que en algunas zonas se prolongan durante horas, son el resultado de la incapacidad de Cuba para acceder a financiamiento, piezas de repuesto y tecnología para reparar y modernizar su obsoleto sistema electroenergético. Estos cortes de energía afectan todos los aspectos de la vida diaria, desde la conservación de alimentos y el acceso al agua potable hasta el funcionamiento de hospitales y escuelas, degradando profundamente el nivel de vida de la población.

Educación

  • El bloqueo también impone un cerco tecnológico y científico. Restringe el acceso a software, plataformas en línea y recursos académicos. Se ha documentado que más de 300 sitios web de interés científico, tecnológico y educativo están bloqueados para las direcciones IP cubanas, impidiendo a estudiantes, investigadores y profesionales acceder a información vital y participar plenamente en el intercambio global de conocimiento. Este aislamiento digital y científico frena la innovación, la investigación y el desarrollo general del país, perpetuando una brecha tecnológica que obstaculiza el progreso.

Organismos de derechos humanos de prestigio han condenado inequívocamente el impacto del bloqueo. Amnistía Internacional concluyó en un informe que las sanciones tienen graves repercusiones en los derechos económicos y sociales de los cubanos, contribuyendo directamente a la desnutrición (especialmente en mujeres y niños), la mala calidad del agua y la falta de acceso a medicamentos y suministros médicos. Relatores Especiales de las Naciones Unidas han ido más allá, calificando el bloqueo como una violación del derecho internacional que induce "desastres económicos y humanitarios" y socava los derechos humanos fundamentales. 

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Las afirmaciones del gobierno estadounidense sobre la existencia de "exenciones humanitarias" para alimentos y medicinas son, en la práctica, ilusorias. Aunque estas exenciones puedan existir en el papel, son anuladas por el efecto paralizante de la persecución financiera. La designación de Cuba como SSOT y la amenaza de sanciones masivas disuaden a la mayoría de los bancos internacionales de procesar cualquier pago relacionado con la isla, independientemente de su propósito. A esto se suma la regla del "10% de componentes estadounidenses", que prohíbe la venta de una vasta gama de equipos médicos y farmacéuticos modernos de cualquier parte del mundo. Así, una empresa europea podría tener la voluntad de vender un medicamento a Cuba, pero no encontrará un banco que financie la operación, y el propio medicamento podría contener una molécula patentada en Estados Unidos, haciendo la venta ilegal bajo la ley estadounidense.

Condena Global

La política de bloqueo de Estados Unidos contra Cuba no solo es anacrónica y cruel, sino que también sitúa a Washington en una posición de profundo aislamiento diplomático. La abrumadora oposición internacional a esta política se manifiesta de la forma más clara y contundente cada año en el escenario más importante de la diplomacia mundial: la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU).

Desde 1992, la Asamblea General de la ONU ha votado anualmente una resolución titulada "Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba". Esta votación se ha convertido en un referéndum global sobre la legalidad y moralidad de la política estadounidense, y el resultado ha sido consistentemente una condena casi unánime.

Año tras año, la resolución es aprobada por una mayoría aplastante. En las votaciones más recientes, los márgenes han sido de 185 a 2 o 187 a 2, con solo Estados Unidos e Israel votando sistemáticamente en contra. Este nivel de consenso global es prácticamente inédito en la historia de las Naciones Unidas y subraya la ilegitimidad del bloqueo a los ojos del mundo. Esta votación es mucho más que un gesto simbólico. Constituye un rechazo legal y político global al principio de extraterritorialidad, que es la piedra angular del bloqueo moderno. El texto de la resolución reafirma anualmente principios fundamentales de la Carta de la ONU, como la "igualdad soberana de los Estados, la no intervención y no injerencia en sus asuntos internos y la libertad de comercio y navegación internacionales".   

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Deconstruyendo la Narrativa

Para justificar la continuación de una política tan ampliamente condenada, sus defensores buscan minimizar el impacto del bloqueo, desviar la responsabilidad o enmascarar sus verdaderas intenciones.

  • "Embargo, no Bloqueo".

Un argumento frecuente es que la política estadounidense es un "embargo" (una restricción bilateral del comercio) y no un "bloqueo" (un acto de guerra que busca aislar a un país de todo comercio exterior). Sin embargo, las características de la política estadounidense se alinean claramente con la definición de bloqueo. La aplicación extraterritorial de leyes como la Torricelli y la Helms-Burton, que persiguen y sancionan a empresas de terceros países, y la guerra financiera que impide a Cuba relacionarse con el sistema bancario internacional, van mucho más allá de una simple negativa a comerciar. Su objetivo es, precisamente, cortar, cerrar e incomunicar a Cuba con el exterior para lograr su rendición, lo que coincide con la definición de bloqueo, considerado un acto de guerra según el derecho internacional desde la Conferencia Naval de Londres de 1909.

  • "Bloqueo Interno".

Otro argumento común, a menudo escuchado incluso dentro de Cuba, es que los problemas económicos del país se deben principalmente a un "bloqueo interno": la ineficiencia del modelo económico centralizado, la burocracia y la falta de reformas estructurales. Si bien es innegable que existen ineficiencias internas significativas, presentar esto como la causa principal de la crisis es una falsa dicotomía.

El bloqueo externo funciona como un "multiplicador de crisis" que exacerba cada debilidad interna y hace que cualquier reforma sea exponencialmente más difícil de implementar. Por ejemplo, una reforma agrícola destinada a aumentar la producción se ve paralizada desde el principio si el país no puede acceder a créditos internacionales para comprar semillas, fertilizantes o tractores debido a las sanciones. Una iniciativa para modernizar una fábrica estatal fracasa si no se pueden importar las piezas de repuesto necesarias. Por lo tanto, el bloqueo externo y las deficiencias internas no son causas excluyentes, sino que se retroalimentan en un ciclo destructivo donde el asedio externo crea las condiciones de escasez y aislamiento que hacen casi imposible superar los problemas internos.

  • "Sanciones Dirigidas".

Los defensores de la política a menudo afirman que las sanciones están "dirigidas" al gobierno cubano y no al pueblo. Esta afirmación está más que desmentida por la propia historia y el diseño de la política. Como os he explicado antes, el memorando del Departamento de Estado de 1960 revela que el objetivo explícito era causar "hambre y desesperación" entre la población para provocar un levantamiento. El sufrimiento del pueblo no es un efecto secundario, sino el mecanismo de transmisión previsto de la política. Todas las medidas, desde la restricción de alimentos y medicinas hasta la persecución de las fuentes de divisas, están diseñadas para impactar directamente en el nivel de vida de la población general.

  • "Comercio y Ayuda de Estados Unidos".

En ocasiones, funcionarios estadounidenses señalan que Estados Unidos es uno de los principales socios comerciales de Cuba o que permite la ayuda humanitaria para minimizar la severidad del bloqueo. Estas afirmaciones son engañosas y carecen de contexto. Las ventas permitidas, principalmente productos agrícolas, están sujetas a condiciones punitivas y únicas en el mundo: Cuba debe pagar en efectivo y por adelantado, sin acceso a ningún tipo de crédito público o privado de Estados Unidos. Además, cada transacción requiere licencias caras y específicas que complican y limitan enormemente el comercio. Estas no son las condiciones de un socio comercial normal, sino las de un adversario que permite un comercio limitado bajo los términos más onerosos posibles.

Estas narrativas cumplen un propósito político estratégico: trasladar el foco de la responsabilidad del agresor externo (Estados Unidos) a la víctima interna (el Estado y el pueblo cubanos). Al enmarcar el problema como uno de "ineficiencia interna", se puede argumentar que levantar el bloqueo sería inútil. Al afirmar que las sanciones son "dirigidas", se crea una justificación moral que oculta la intención de castigo colectivo. Juntas, estas narrativas forman una cortina de humo política que permite que la política persista, a pesar de su evidente fracaso en alcanzar sus objetivos políticos y su catastrófico costo humano.

El Camino a Seguir

Frente a un asedio económico de una intensidad y duración sin precedentes, Cuba ha buscado vías para la supervivencia y el desarrollo a través de una combinación de reformas internas y el fortalecimiento de alianzas externas. Sin embargo, estas estrategias operan bajo la presión constante y abrumadora de las sanciones estadounidenses, lo que limita severamente su potencial y efectividad.

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En los últimos años, el gobierno cubano ha emprendido una serie de reformas económicas con el objetivo de modernizar su modelo y dinamizar la economía. Estas incluyen la autorización y expansión de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) de carácter privado, la creación de cooperativas no agropecuarias, la unificación monetaria y cambiaria, y un renovado esfuerzo por atraer inversión extranjera directa, especialmente a través de proyectos como la Zona Especial de Desarrollo Mariel. Sin embargo, su impacto se ve drásticamente mermado por las restricciones estructurales impuestas por el bloqueo. El principal obstáculo es la falta de acceso a financiamiento y crédito internacional. Las nuevas empresas privadas luchan por importar materias primas y equipos, ya que las transacciones financieras son bloqueadas o rechazadas. Los grandes proyectos de inversión extranjera se ven disuadidos por el riesgo de sanciones estadounidenses, especialmente bajo la amenaza de la Ley Helms-Burton. En esencia, Cuba intenta abrir su economía mientras Estados Unidos trabaja activamente para mantenerla cerrada, creando una contradicción fundamental que frena el progreso de cualquier reforma.

Hay que dejar claro que, estas medidas, en lo inmediato, buscan preservar la base material de la revolución y sostener la reproducción social frente al bloqueo. Sin embargo, no hay que obviar que también contienen el germen de las contradicciones de clase: el surgimiento de un sector privado con capacidad de acumulación, la posible subordinación de la planificación a la rentabilidad y la expansión de lógicas mercantiles en espacios que antes estaban bajo control social. La tarea revolucionaria no consiste en rechazar estas reformas per se, sino en subordinarlas a una estrategia socialista renovada, donde los trabajadores y las comunidades ejerzan un control democrático sobre los medios y fines de la producción, evitando que la apertura económica se convierta en restauración capitalista.

Ante la hostilidad de Estados Unidos, Cuba ha basado su estrategia de supervivencia en la diversificación y el fortalecimiento de sus relaciones económicas y políticas con otras naciones y bloques regionales. Socios clave como China, Rusia, Venezuela, México y la Unión Europea se han convertido en salvavidas económicos y aliados diplomáticos cruciales.

Eventos como la Feria Internacional de La Habana (FIHAV) son una manifestación de la política cubana de permanecer abierta al mundo, promoviendo el comercio y la inversión a pesar de la presión estadounidense. Estas alianzas no solo proporcionan acceso a mercados, créditos e inversiones, sino que también refuerzan el apoyo diplomático a Cuba en foros internacionales como las Naciones Unidas, contribuyendo al aislamiento de la postura de Washington.

Una Política Anacrónica y Fallida

Dicho todo esto, creo que podemos afirmar con rotundidad que el bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba es una reliquia de la Guerra Fría, una política fallida que ha fracasado en alcanzar sus objetivos políticos de cambio de régimen durante más de sesenta años. En su lugar, ha infligido un sufrimiento incalculable a generaciones de cubanos, ha obstaculizado el desarrollo de una nación entera y ha violado sistemáticamente los principios más fundamentales del derecho internacional y los derechos humanos.

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Esta política es ilegal e inmoral. La persistencia del bloqueo no puede justificarse por ningún motivo racional, estratégico o humanitario. El único camino viable, justo y humano hacia adelante es el fin inmediato e incondicional de todo el bloqueo. Esto debe incluir no solo la derogación de leyes como la Helms-Burton y la Torricelli, sino también, y de manera urgente, la retirada de Cuba de la espuria lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo, que hoy funciona como el mecanismo más eficaz de la asfixia financiera. Solo entonces el pueblo cubano tendrá la oportunidad de determinar su propio futuro, libre de la coerción externa que ha definido su existencia durante más de medio siglo.

"Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera." ~ Pablo Neruda