El Coste Real de la Guerra, la Factura de la Sumisión
Mientras el ruido mediático nos distrae con polémicas efímeras, una transferencia masiva de la riqueza colectiva se está ejecutando con una precisión implacable y un sigilo preocupante. No se trata de un ajuste económico más, sino de una redefinición fundamental de las prioridades del Estado: un aumento histórico del gasto militar que se financia directamente con el desmantelamiento de nuestros servicios públicos y la renuncia a cualquier vestigio de soberanía nacional. Es el saqueo silencioso de nuestra era, y está ocurriendo ante nuestros ojos.
El Negocio de la Guerra
Cada euro que se destina a fragatas, misiles y tanques es un euro que se detrae de hospitales, escuelas y pensiones. No se trata de una conjetura, sino de una realidad económica. Estudios, como el realizado por la Universidad de Castilla-La Mancha, ya han señalado la correlación inversa entre el aumento del presupuesto de defensa y la inversión en sanidad pública. Por cada punto porcentual que sube el gasto militar, el gasto sanitario tiende a descender.
![]() |
| Foto de UX Gun en Unsplash |
El argumento de la "necesidad de cumplir con los compromisos internacionales" se repite como un mantra para justificar esta deriva. Sin embargo, este argumento esconde la supeditación de la política de defensa española a los intereses geoestratégicos de los Estados Unidos y la OTAN.
Nuestra Soberanía en Venta
España, a través de acuerdos bilaterales y su pertenencia a la Alianza Atlántica, ha cedido parcelas fundamentales de su soberanía. Las decisiones sobre el nivel de gasto militar, el tipo de armamento a adquirir y la participación en misiones en el extranjero no responden a las necesidades defensivas reales del país, sino a las exigencias de una agenda dictada desde Estados Unidos. La presencia permanente de buques de guerra estadounidenses en la base de Rota, por ejemplo, nos convierte en un peón sin ningún tipo de control, pero asumiendo todos los riesgos.
Esta falta de autonomía estratégica nos arrastra a una carrera armamentística que no nos protege, sino que nos hace más vulnerables. Se nos insta a identificar como amenazas a países con los que no tenemos problema alguno, mientras se ignora el desempleo, la precariedad, la crisis de la vivienda o el colapso de los servicios públicos.
Al final, que un país "firme" una declaración política no lo exime de su responsabilidad. La responsabilidad del gobierno español no es con los burócratas de la OTAN ni con los fabricantes de armas, sino con sus ciudadanos. Y cada vez que se aprueba un presupuesto que destina 80.000 millones (más que lo que se destina en total a Educación) a la industria militar mientras un hospital tiene listas de espera inasumibles, se está tomando una decisión soberana: la de someter el bienestar de su población a los intereses de un bloque militar extranjero.
¿Por Qué Nadie Protesta?
Quizás lo más alarmante de esta situación es la aparente pasividad de la opinión pública. ¿Cómo es posible que un desvío de miles de millones de euros hacia la industria de la guerra no genere una respuesta social contundente?
Romper este silencio y esta indiferencia es el primer paso para revertir una política que nos empobrece y nos somete. Es necesario un debate público, honesto y profundo sobre qué modelo de seguridad queremos y qué país deseamos construir: uno que invierte en el bienestar de su gente o uno que financia las guerras de otros. La elección entre armas y comida nunca ha sido tan decisiva.
.jpg)